Atención a los pies (guiño) |
Dicho lo cuál me gustaría compartir mi última experiencia #runner, la gozada de mis últimos kilómetros, pero antes debo contextualizar esos kilómetros.
Este puente estaba marcado por un acontecimiento importante, la boda de un amigo (una cántabra que vive en Murcia viajaba a Málaga a una boda sevillana, me encanta) pero tranquilos, a pesar de mis anteriores palabras no voy a comentar los detalles de la boda, aunque si quiero realizar un apunte sobre el maltrato al que someto a mis pies en un acontecimiento como este (véase detalle de los tacones, de ahí la foto).
La boda se celebró en un hotel situado en una de las orillas del pantano de la Viñuela y desde un primer momento me pareció un entorno ideal para realizar mi último entrenamiento de la semana, así que en la maleta coloqué mis zapatillas y mi ropa de entrenamiento (incluida la camiseta de la gente de Personal Running)
Marimar al grano que te lías.
Me recogí sobre las 2:30 más o menos, creo que más que menos, pero la verdad es que lo hice pensando en que al día siguiente quería salir a entrenar, lo necesitaba y el entorno me llamaba poderosamente la atención, saldría del asfalto (algo que ya me hacía falta) y lo haría entre montañas y rodeada de naturaleza, una idea muy poderosa y que no me permitía quedarme más tiempo (ya había bailado todos los grandes éxitos "bodiles"). A la mañana siguiente aproveché el maravilloso desayuno del hotel para cargar las pilas con fruta y cereales y la maravillosa temperatura de la zona, ¡nada más y nada menos que unos estupendos 20 grados!, todo un lujo en las fechas en las que nos encontramos.
Punto azul de mapa se corresponde ala situación del Hotel La Viñuela |
Después de atravesar varios olivares, de retroceder numerosos caminos por estar cortados, después de encontrarme con una mujer de lo más amable que me explico cuál era el camino para continuar con mi aventura, llegué a mi destino, pletórica, feliz, radiante y alegremente cansada.
Me hubiese encantado dejar esa sensación tan maravillosa como final de este post, pero no puedo. He de reconocer que la "aventura" salió bien, pero la verdad es que podía haber perdido todo lo conseguido hasta el momento, retroceder hasta el punto de partida, e incluso a un punto de no retorno. Olvidé realmente cuál es mi objetivo, me dejé llevar por el corazón y decidí salir a correr sin planificación, en definitiva sin cabeza, no me paré ni tan siquiera un segundo a pensar, solamente, repito, me dejé llevar, me dejé envolver por el paisaje, por las enormes ganas de disfrutar del camino, lo reconozco, sucumbí al enorme placer que me produce salir a correr.
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